Un pueblo son sus tradiciones, su cultura y, por supuesto, sus fiestas. O, más bien, y, sobre todo, sus fiestas. En Zahara de los Atunes hay muchas. De todo tipo. Entre ellas; los carnavales. La guasa gusta, y mucho, en Zahara. Tanto, que al llegar los carnavales el pueblo, entero, se echa a la calle a vivir, como si no hubiera un mañana, esta fiesta tan gaditana.
Un carnaval que, a pesar de su juventud, cuenta con un gran número de seguidores. Todo el pueblo; que no es poco. Y es que, tradicionalmente, en Zahara, se solían disfrazar en Nochevieja. No fue hasta los años ochenta cuando esta festividad fue reconocida con tal; celebrándose, entonces, el primero de muchos carnavales. Cada año, al llegar la fecha (este a mediados de marzo), Zahara se llena de sátira, de coplillas y de todos esos ingredientes que definen a la fiesta de Don Carnal. Unos días en los que la tranquilidad del invierno zahar eño queda aparcada para dar la bienvenida a la guasa y al jolgorio que hace grande a este evento. Estallido de alegría, que se cuela por cada esquina para olvidar, por un momento, las verdades de la vida. Un programa que cada año supera al anterior y en el que todo gira para hacer que este pueblo del sur de Cádiz se divierta. Desde el tradicional pregón, la gran Mejilloná Popular, siempre regada con buena cerveza, la rica degustación de tortilla, o la elección de ‘la mujer más guapa del mundo’, hasta el obligado carrusel de agrupaciones, con comparsas y chirigotas de Zahara y Barbate dispuestas a poner letra a todo lo que les plazca. Fiesta y más fiesta. Bailes de carnaval; risas, cachondeo. Papelillos de colores y olvidarse del tiempo. Ingenio y simpatía, que llena las calles de colorido y originalidad, de buen ambiente; de ganas de hablar; de brindar y cantar cualquier coplilla chirigotera a la puerta de algún bar.
Unos días de juerga en mayúsculas que se coronan con la Gran Cabalgata de carnaval, que recorre las calles de Zahara mostrando a quien la contempla el arte y la imaginación de sus habitantes. Niños y mayores. Todos juegan con la burla carnavalera, transformándose bajo disfraces tan ocurrentes como divertidos. Botellines de Cruzcampo, Budas…La inventiva es grande y las ganas de sorprender hacen de esta cabalgata un espectáculo para disfrutar entre sonoras carcajadas. El cierre perfecto para unos días muy grandes para Zahara.
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