Barbate: Un Puerto en el Fin del Mundo

En el varadero de un puerto en el fin del mundo, entre las barquillas de colores de los hombres de esa mar, he aprendido cosas tremendamente valiosas. 
 He aprendido lo que es la naturaleza y su ciclo inexorable. 

He padecido en mi piel el sol que abrasa de los días de levante en calma; la arena que te ciega los ojos cuando llega el viento feroz y seco del desierto; el frío y la humedad que vienen del Atlántico en enero y se te instalan en los tuétanos. He aprendido sobre el mundo mágico de las supersticiones de todos los océanos -ese manto pavoroso y magnético-, plagados de sirenas con cantos de locura y dioses con tridentes que cabalgan sobre caballitos de mar. He aprendido sobre el ritmo de las mareas y sus lunas y cómo condicionan el sustento de familias enteras. 

Por eso quise escribir estas líneas, como agradecimiento a todos esos pescadores que me permitieron entrar en sus barcos y en sus cuentos. Salve, Estrella de los Mares.

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